Tenemos que hablar de “El monstruo pentápodo” y “Coraline”. ¿Por qué? Porque creo que tienen más en común de lo que yo en un principio hubiera podido imaginar, pero antes de plantearlo quiero hacer una pequeña reseña de cada texto.
Hablemos primero de “El monstruo pentápodo” de Liliana Blum, porque pese a la polémica que tiene (bastante ya citada por estos lugares), creo que la pluma de Lilian Blum (y ya lo he dicho anteriormente) es magistral. La sinopsis dicta lo siguiente:
Raymundo Betancourt es el ciudadano modelo: profesionista honesto y responsable, solidario y comprometido con el bienestar de su comunidad. Pero como la vida no sólo es trabajo, también se permite dos sencillos placeres cotidianos: los chicles de canela y las niñas que mantiene secuestradas en su sótano. El monstruo pentápodo nos enfrenta sin ambages ni eufemismos con la mente oscura del asesino, del psicópata adorable y manipulador ante cuyos encantos sucumbió Aimeé –otra “pequeña”, pero a su modo- hasta el punto de volverse cómplice a cambio de un poco de amor.
El texto está increíblemente bien escrito, usa perfectamente 3 estilos de textos que nos van envolviendo en la trama. Por un lado, la narración en tercera persona nos narra los hechos que se van suscitando, el plan maestro que va orquestando el deplorable Raymundo, y cómo en su imaginario depravado justifica su conducta.
Luego, tenemos un Diario escrito desde prisión por nuestra querida Aimeé, quien a modo de terapia le han sugerido escriba todo lo que siente. Así, ella nos va narrando como sucedieron las cosas desde que conoció a Raymundo hasta su detención.
Y finalmente existe un tercer estilo a modo de Cartas que escribe Aimeé para Raymundo solicitándole respuestas, mismas que nunca parecen llegar. La historia es fuerte, no apta para todo el mundo por que la temática no es nada sencilla (y con toda razón). Estamos hablando de un p*dofilo que secuestra niñas en su sótano.
¿Donde entra Coraline?
Puff. Hablemos de Coraline ahora.
El libro de Coraline fue escrito por Neil Gaiman, autor de otros libros conocidos como “The Sandman”, “American Gods”, “Good Omens” y muchos otros.
Mi acercamiento con Coraline viene primero del cine, de esa peli tan famosa que muchos hemos visto, con una gran ejecución entre una buena historia, una excelente animación (stop-motion) y una perfecta banda sonora que al unísono crean un agran obra. Cómo muchos otros, considere la película de Coraline como una obra maestra.
Acá, tenemos la historia de una niña que se muda junto a sus padres a una nueva casa, misma que parece tener una división entre casa, ático y sótano donde también por cierto, viven ya otras persona, el señor Bobinsky (o Bobo en el libro) que vive en el ático y las señoras Spink y Forcible que viven en el sótano. Nuestra querida Coraline es hija única, se encuentra en un nuevo lugar, casa y al parecer carece de la atención de sus padres que están absortos en sus trabajos por lo que decide explorar el lugar topándose con algo completamente inquietante, una “puerta secreta”.
Esta misteriosa puerta, es la entrada a otro mundo, similar, pero diferente, en el que descubre que existe Otra Madre y Otro Padre y que a diferencia de los suyos tienen toda la intención de prestarle atención, cocinarle rico y darle todo lo que ella quiere. La gran diferencia es que sus ojos, son botones negros.
Hace días termine de leer el libro. Se lo había regalado hace años a mi hija pero nunca tuve la oportunidad de leerlo. Existen algunas diferencias mínimas entre el filme y el libro, y aún así, a mi parecer, la peli está completamente al nivel de la historia.
Acá viene lo turbio (posiblemente mientras ibas leyendo mis palabras tu mente fue hilando algunas cosas). En el 2024 Neil Gaiman fue acusado de abusos sexuales en contra de varias mujeres, incluyendo a fans y trabajadoras cercanas, entre ellas una niñera. Al menos se cuentan entre 8 y 10 víctimas que han salido a la luz pública.
Bajo este contexto la lectura del libro se tornó mucho más oscura, por que hubo párrafos que bajo un contexto específico suenan muy delicados. Volvamos al enfoque de la historia: Una niña, con poca atención de los padres, que se adentra en una “puerta secreta” (¿un cuarto secreto?), y se encuentra con La Otra Madre quien quiere satisfacer necesidades banales de la niña (atención, juegos/juguetes, comida).
Odiamos el pecado, pero amamos al pecador. Has de ser una niña buena que quiere a su madre, así que sé obediente y habla con educación, y nos entenderemos perfectamente y nos querremos como debe ser. Las telarañas simplemente deben tener el tamaño adecuado para atrapar moscas
Esto me resonó tanto con la historia de El monstruo pentápodo, porque justo, esta niña Cinthia es envuelta en encanto por un adulto para ser secuestrada. Cuando Caroline recibe un castigo por parte de La Otra Madre, en un closet oscuro, se encuentra con el alma de otros niños, otros niños que llegaron a ese sitio y no tuvieron la fortuna de salir con vida. Uno de ellos le dice:
…se apropiará de su vida, de lo que es y de todo lo que le interesa, y le dejará sólo niebla y bruma. Se llevará su alegría. Un día, cuando despierte, no tendrá ni alma ni corazón. Será usted una cáscara, una voluta de humo, y se convertirá en un sueño al despertar o en el recuerdo de algo olvidado
Coraline no logra distinguirlos bien y le pregunta a uno de ellos que fue, si antes era niño o niña y la respuesta me rompió:
En mi primera infancia llevaba faldas y tenía el pelo largo y rizado... Pero, ahora que lo pregunta, me parece que un día me quitaron las faldas, me pusieron pantalones y me cortaron el pelo. » Bajo este contexto todo el libro me pareció turbio, no veía a Caroline si no a Cinthia en su desgarradora experiencia, sobre todo cuando La Otra Madre le dice:
— No va a cambiar nada, chiquilla - dijo con una voz que sonó como el ruido que hacen las hojas secas al crujir sobre la calzada - ¿Y qué más da que hagas todo lo que has prometido? ¿Qué pasará entonces? No va a cambiar nada. Volverás a tu casa para aburrite y que no te presten atención. Nadie te escuchará, nadie te ha escuchado nunca - »
Tal vez estoy liandome más de lo que debiera, cambiando contextos, pero ahora me resulta tan difícil separar al autor de la obra y no encontré otra forma de exteriorizarlo que escribiendo este post y compartiendolo con ustedes.
Jorge Hernandez :: http://jorgeluis.com.mx