Aquel hombre algo cabizbajo fruncía el entrecejo y miraba el cielo. El sol le molestó y lo cegó por un instante. Reparaba un momento solo para respirar, respirar ese aire sucio y contaminado.
Su mirada, perdida, sombría, olvidada. Algo sentí cuando le vi retomar su camino sin dirección; algo pasó dentro de mi, una punzada lastimera, de esas que te hacen flexionarte un poco y tomarte el pecho.
Y entonces pasó, vi como aquel hombre de piel morena, que parecía alto y fuerte se caía. El piso retumbó y se estremeció brutalmente. Mi alma lo hizo.
Se rompió un pie, o un brazo, no lo se, pero algo se rompió por que no podía levantarse. Se quedó llorando ahí, tirado hasta que sus fuerzas se le fueron una a una.
Yo no pude moverme, el cuerpo no me respondía, pero a gritos mi mente y mi corazón suplicaba que alguien le ayudara, que alguien lo levantara de ahí por que pronto los gusanos podían carcomerlo.
No me di cuenta en que momento comencé a llorar, pero cuando mi conciencia me alcanzó, creí que el hombre estaba a punto de morir por que dejó de moverse. Caí de rodillas, impotente, enfurecido conmigo. Apreté los puños y grité con todas mis fuerzas.
Tenia que ser un sueño, no podía ser real, no podía ser real.
Abrí los ojos tratando de evitar mirarlo, pero me fue inútil. Volví a centrar la mirada en ese cuerpo empolvado y ensangrentado, y de pronto, comenzó a levantarse por si solo.
Fue como si no le importase romperse mas cosas; se apoyaba con ambas manos para levantarse. Pronto uso sus propias rodillas para flexionarlas y levantarse, y ahí estaba, de pie, de pie por si solo.
Cuando pude reaccionar y salir de mi letargo de estupefacción, pude moverme y corrí hacía él. Con cuidado lo abracé y le dije que todo estaría bien, que todo había terminado y que lo peor ya había pasado.
- México -, dijo de pronto el hombre, - me llamo México - y me solté a llorar nuevamente.
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Jorge Hernandez :: http://jorgeluis.com.mx